Algunos clientes en consulta me cuentan cómo envidian la autoconfianza que parecen mostrar amigos o compañeras de trabajo que conocen. Parece como si hubieran nacido con ella y eso les diera capacidades ilimitadas.
Pero ¿la seguridad en uno mismo viene de serie o puede desarrollarse? Intentamos contestarte a esta pregunta y hacerte alguna propuesta para que puedas mejorarla.
¿Cómo funciona la confianza?
Definimos confianza como la idea o percepción de que algo que pensamos, creemos o esperamos va a pasar. Podemos tener confianza en personas, en hechos, en esperanzas, en sueños, en seres místicos… No importa en qué confiemos, pero en todas esas experiencias hay algo común: creemos sin cuestionar. Incluso hay personas que confían ciegamente en su propia desconfianza.
A fin de cuentas, la confianza es fe
Imagina la situación: alguien te paga un trabajo que has hecho con un cheque. Sin ningún motivo anterior para pensar lo contrario, vas a cobrar ese cheque con la creencia de que tendrá fondos para ser cobrado. Sólo en el banco puedes descubrir si esa confianza tiene sentido o no.
De alguna manera, nuestra autoconfianza es una apuesta; una apuesta que hacemos de que nuestras expectativas se cumplirán y que tendremos los recursos y habilidades necesarias (y un poquito de buena fortuna) para llegar a buen puerto.
La confianza es todo lo contrario del gato de Schrödinger: nosotros SÍ sabemos si el minino está muerto o no (o creemos saberlo).
Pero confiar no es saber, así que ese 100% de seguridad se verá rota si descubrimos que lo que esperábamos no ha sido así. Bienvenidos al chasco y a la frustración.
¿La confianza se construye o se destruye?
Para algunas personas, existe la idea de que la confianza se debe ganar. Esto es absolutamente contradictorio (un oxímoron, para los lingüistas) dado que, como hemos comentado, la confianza implica una creencia de que algo será, sin evidencias absolutas para ello. Así que si yo debiese ganar la confianza de alguien, tendría que estar a prueba siempre, para poder dar absolutas garantías de mi “confiabildad”. Agotador.
Así que cuando alguien me pide que me gane su confianza también me está diciendo que eso será imposible. Siempre habría un motivo para dudar.
Autoconfianza: apuesto por mi
Por lo tanto, la confianza en uno mismo sería tener fe en nuestras propias expectativas sobre nosotros mismos. O dicho de otro modo, la seguridad de que tendremos las capacidades para poder conseguir nuestras expectativas. Así que apostamos por nosotras.
Dado que no existe el 100% de certeza de conocer un resultado (excepto haciendo trampas), lanzamos nuestra flecha hacia el blanco haciendo todo lo que nos es posible por acertar. Existen factores sobre los que podemos influir y otros no. Algunos dependen de nosotros, otros no. Tener esto claro es importante, ya que atribuir todos tus éxitos sólo a factores externos y tus fracasos sólo a tu propia responsabilidad no tan solo no te ayuda con tu autoconfianza sino que, además, es falso.
¿Qué hace la autoconfianza por ti?
La confianza en uno mismo no es un superpoder, es sólo una actitud, una manera de ver y experimentar las cosas. Aunque parezca que las personas con autoconfianza son capaces de todo, lo único que las distingue es que se permiten el riesgo de probar… y de equivocarse.
Probar no implica conseguir, sólo ejecutar aquello que está en nuestra mano para conseguir nuestro objetivo. Por tanto, también implica equivocarse o fallar. La autoconfianza permite ese error, ese fallo. A fin de cuentas, cualquier fallo es susceptible de ser valorado como fuente de aprendizaje o de feedback, como se dice en lenguaje moderno anglificado.
Así que una buena autoconfianza te da permiso para equivocarte y para volverlo a intentar. Probablemente, ahora mismo estaría escribiendo este blog a la luz de las velas si Edison no hubiera insistido en conseguir su “lámpara incandescente”.
No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla
Thomas Edison
Así que contrariamente a la creencia popular, la persona con confianza en sí misma no es infalible, sino perseverante.
Propuestas para lograr más seguridad en uno mismo
Así que, después de toda la turra teórica, imagina que no tuvieras que construir o mejorar tu autoconfianza, sino que ya la tienes y, simplemente, puedes escoger destaparla. Te propongo algunas claves para hacerlo, a ver qué te parecen:
- El “autoconfiado” no se pone límites, los descubre. Sólo sabrás si puedes o no puedes poniéndolo en práctica. Evidentemente, no hablo de salir flotando por la ventana, sino respecto de tus proyectos, aquello que te gustaría conseguir.
- Todos los caminos llevan… a donde tú quieres ir. Eso no te obliga a recorrerlos todos, pero si uno no te sirve, opta por coger otro. La adaptabilidad y encontrar alternativas viables suele ser un atributo útil de las personas autoconfiadas.
- Puedes hacer una lista de aquellos aspectos de ti en los que ahora mismo no confías. Resuelve después si existen motivos “absolutamente ciertos” para que no confíes en ellos o sólo se trata de una “estadística de estar por casa” a la que le has dado valor de certeza.
- Analiza (a muchos de mis pacientes les encanta analizarse) si lo que mina tu autoconfianza son hechos comprobables o debes agradecérselo a comentarios “bienintencionados y desafortunados” de personas que hay a tu alrededor preocupados por el dolor que puedas sentir al fracasar en una empresa.
- Cuando algo te salga bien, ¡Celébralo! No vale eso de “bueno, era lo que tenía que hacer”. Los grandes logros se consiguen con logros más pequeños. Cada camino está formado de pequeños pasos, así que ninguno es más importante que otro para llegar a donde estás. Recompensarte por haberlo hecho bien asocia el logro con ese refuerzo que te das.
- Torturarte, machacarte, menospreciarte, es una buena manera de mermar tu autoconfianza. No tan sólo no es útil, sino que además, suele ser una buena ayuda para que dejes de probar de nuevo.
- Confianza no es temeridad. Tarzán no suelta su liana hasta que no ha cogido la siguiente. Ten confianza, pero no seas suicida.
- Si celebras los logros de los demás y te alegras por ellos, ¿por qué no deberías hacer lo mismo por ti? Cuidar de ti misma, de ti mismo, es una gran manera de acceder a la confianza en ti.
- Quizás puedas pensar que hubo un tiempo en tu vida en que tenías absoluta seguridad en ti mismo. Creías firmemente que podías conseguirlo, así que lo intentabas una y otra vez. Gracias a esa autoconfianza, hablas, caminas, abrazas…
Al final, la confianza más importante es la confianza en tu propia confianza.
Confío en que este texto te haya sido útil. Si crees que necesitas un tratamiento más personalizado o tienes preguntas me puedes contactar personalmente aquí.
Leave a Reply