DISCUSIONES, REPROCHES, ALIANZAS Y TRAICIONES

EL RETO DE SABER COMUNICARSE Y RELACIONARSE SIN CONFLICTOS

Muchos de los conflictos relacionales no parten de la falta de buenos sentimientos e intenciones hacia el otro, sinó más bien de:

  • No comunicar lo que realmente sentimos.
  • No querer comprender al otro cuando nos hemos sentido ofendidos. 
  • La falta de un “para qué” de la discusión (no el porqué te discutes).
  • Resistencia en cuanto a querer aceptar al otro.

«Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oir, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, y lo que entides, existen 9 posibilidades de no entenderse».

LAS 4 BOÑIGAS DE SIEMPRE

La mala comunicación

La mayoría de nosotros asumimos que comunicamos lo que tenemos en mente. No obstante, si pudiésemos leer la mente de nuestro interlocutor nos daríamos cuenta de que muchas veces su película es bien distinta.

Detectar el origen de los malos entendidos puede salvarnos de la incomprensión y del conflicto. ¡Aunque a veces no es fácil! 

¿Estás seguro que comunicas lo que realmente sientes cuando algo te supone una ofensa? Desde pequeños nos educan para tapar ciertas emociones cuando la manera que tenemos de expresarlas no encajan con los valores y códigos conductuales de nuestra sociedad. Así, intercambiamos ciertas emociones por aquellas que están más aceptadas socialmente en función del contexto. 

De este modo, camuflar lo que verdaderamente sentimos sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo, hace que comuniquemos información sesgada y por lo tanto, que nuestro interlocutor entienda lo que no tiene que entender.

¿Cómo sería si la próxima vez que no te entiendas con alguien investigases qué es lo que realmente sientes y lo transmitieras con honestidad, asertividad y respeto?

LA FALTA DE COMPRENSIÓN

Tanto en los conflictos familiares como en los conflictos de pareja a menudo detectamos un denominador común que lo dinamita todo: terminar por no comprender lo que siente el otro. 

El orgullo, la falta de validación, de reconocimiento o de comprensión, hacen que sintamos la escucha y la voluntad de comprender al otro como una renuncia o falta de justicia hacia lo que nosotros necesitamos que este entienda o reconozca. 

Eso nos sitúa en una escalada que casi siempre termina al extremo contrario de lo que realmente necesitábamos antes de empezar a discutir. 

En el mejor de los casos, la escalada finaliza con la discusión. En otras ocasiones puede alargarse llegando incluso a las alianzas entre miembros de la familia, la infidelidad, las traiciones, la ignorancia o al castigo.

¿Cómo sería si la próxima vez que no te entiendas con alguien investigases cuando has dejado de querer comprenderlo y de darle valor a lo que sentía?

LA FALTA DE PROPÓSITO

Una discusión siempre tiene sentido, aparece por algún motivo que tiene valor para ambas partes, pero ¿para qué tanto esfuerzo si no hay una finalidad? 

Dar sentido a la discusión, entender para qué discutimos nos permite llegar a algún lugar de encuentro entre las partes, evitando que ese capítulo se reduzca al despotrique por el mero hecho de despacharse a gusto sin hacerse cargo de la responsabilidad afectiva con la que deberíamos tratarnos. O lo que es lo mismo, tener en cuenta tanto lo que necesitamos nosotros como lo que necesita el otro.

LA RESISTENCIA

Muchas decepciones y conflictos recaen en la falta de aceptación, pues a menudo resulta extremadamente complicado aceptar al otro y fantaseamos con la idea de que haga, piense y sienta como nosotros. Pero, insistir, luchar, forzar o tratar de convencer en muchas ocasiones es aún peor y queriéndonos acercar cada vez estamos más lejos. 

Para las relaciones que te afectan hasta el punto de no poder vivir en paz, no está de más cuestionarse cómo sería cortar, en su totalidad o parcialmente, con ese vínculo.

En el caso que ya estés ahí mentalmente, date cuenta de con qué parte de ti deberás cortar también para poder mantener esa mayor distancia de forma consistente y a largo plazo para no volver a caer en los antiguos patrones.

«Cortar relaciones con personas que te dañan consistentemente no es suficiente. También hay que hacerlo con la versión de ti que lo permite».

TRATAMIENTOS Y TERAPIAS PARA LOS CONFLICTOS RELACIONALES

Terapia individual

Si necesitas dar un timonazo a una relación o aprender a gestionar las dificultades que esta te representa, pero crees que te lo impide la dependencia emocional que generas hacia tus relaciones de pareja, el miedo a la soledad, tu complejo de inferioridad, la necesidad de afecto, o un desagradable episodio de ghosting, entre otros, pídenos ayuda.

Terapia de pareja

En ocasiones ese timonazo debe hacerse en simultáneo y en equipo. De lo contrario, puede que uno de los miembros de la pareja avance no tan solo a una velocidad distinta que el otro, sinó también hacía otra dirección.

Terapia familiar

Terapia infantojuvenil