¡No puedo dormir! ¿Qué más puedo hacer?

¿Quizá es tu manera de combatir el insomnio lo que lo mantiene?

Actualmente son muy habituales los problemas para dormir bien. Empiezan asomándose inofensivamente como algo excepcional, pero en muchas ocasiones acaban eclipsando nuestras noches y se convierten en una fuente de estrés considerable.

Hay dos grandes aspectos que pueden ayudarnos con eso:

  • Entender las causas.
  • Identificar qué exactamente de lo estamos haciendo no nos permite solucionarlo.

¿DE QUÉ HABLA TU INSOMNIO?

Las alteraciones del sueño pueden tener múltiples causas e identificar de dónde procede la nuestra nos aporta información sobre lo que nos ocurre y también sobre en lo que intervenir.

Posibles causas del insomnio

  • Enfermedades respiratorias, neurológicas, reumatológicas, hormonales, cardiovasculares, digestivas, las que pueden interrumpir el sueño por la necesidad de micción (próstata, infecciones, etc.) o producir dolor (cefaleas, fibromialgia).
  • El embarazo y la menopausia.
  • Ciertas psicopatologías.
  • Trastornos del sueño que contribuyen a dormir menos o peor (síndrome de piernas inquietas, de apnea de sueño, parasomnias, etc), terrores nocturnos, etc.
  • Dolores de espalda y cervicales por malas posturas o superficies inadecuadas.
  • Consumo y/o abuso de sustancias y medicamentos.
  • Trabajos nocturnos o la rotación habitual de turnos.
  • Viajes frecuentes transoceánicos y el “Jet lag”.
  • Estados emocionales que inducen la activación (preocupación, ansiedad, etc.).

¿CÓMO SE INSTAURA EL INSOMNIO?

Puede, que aún habiendo intervenido y solucionado la causa que provocó los problemas relacionados con el sueño, éstos se mantengan. Pues, en ocasiones, tras haber sufrido un estado transitorio de insomnio, las personas nos viciamos a una dinámica donde la ansiedad y la preocupación por poder dormir o hacia la falta de sueño generan tal estado de alerta, que mientras intentamos conciliarlo, lo que logramos es vetar las posibilidades para que esto ocurra.

Nuestros períodos de sueño y vigilia dependen del sistema nervioso autónomo. Si el sistema nervioso autónomo simpático nos predispone de las condiciones para responder a estímulos y situaciones. El parasimpático, se pone en funcionamiento cuando cesa la activación y se encarga de generar un estado de reposo para recuperar la energía tras los estímulos que nos mantienen activos a diario.

Por lo tanto, si el insomnio genera un estado de estrés, se produce un desequilibrio entre ambos sistemas, entorpeciendo así la recuperación del organismo.

Sabiendo que las personas que sufren problemas de sueño a menudo presentan alteraciones relacionadas con la memoria, la atención, la concentración o tener una menor resistencia a las infecciones. Es de esperar, que su estado emocional entorpezca aún más la gestión de esa dificultad y la retroalimente.

LA PROFECÍA AUTOCUMPLIDA

Inmersos en este huracán, poco a poco nos vamos alejando del sentido del dormir. Si este nos permite descansar y reparar el organismo de la actividad diaria, responder al insomnio con estrés y ansiedad impide el descanso cuando no podemos conciliar el sueño. Pues, solemos boicotear nuestro descanso cuando este no va reñido con poder dormir. 

En estas ocasiones, afrontamos este reto forzando algo puramente espontáneo. Ya que, el sueño, como el hambre o el placer, són respuestas involuntarias del organismo. Pero, aún así nos empeñamos en ello dando vueltas en la cama, contando las horas que vamos a pasar sin dormir, mal diciéndonos o anticipando todas las fatalidades con las que vamos a tener que cargar al día siguiente. 

Cuando este llega, atribuimos nuestro mal humor o el bajo rendimiento a los problemas que tuvimos anoche para dormir generándose así cierta aversión a la hora de acostarse. Esta aprehensión retroalimenta la activación fisiológica y así se genera la profecía autocumplida.

¿Pienso en que quiero dormir cuando consigo dormir?

Si nos paramos a pensar en lo que pensamos cuando logramos dormirnos, nos daremos cuenta que casi nunca estamos pensando en querer hacerlo. Sin embargo, sentimos enormes dificultades para no ejercer esta presión cuando no logramos dormirnos. 

Si el estilo de vida influye en la calidad del sueño, el perfeccionismo, querer tenerlo todo bajo control, la autoexigencia, el pesimismo, la tendencia a la preocupación y/o a la ansiedad, la dificultad para adaptarse o la rigidez frente la espontaneidad, también son rasgos que nos predisponen a perpetuar esta dinámica de forzar.

TRATAMIENTOS PARA EL INSOMNIO

Siendo el estado interno el eje central para restablecer el escenario adecuado para combatir el insomnio, nuestro trabajo interpela directamente a:

  • La capacidad para redirigir el foco de atención: Tu atención es la única capacidad cognitiva que puedes manipular conscientemente, pero requiere entrenamiento.Hacerlo puede ayudar a dormir si el problema se sitúa aquí.
  • La valoración que hacemos de nuestra dificultad para dormir:Esta creencia influye en que nuestro insomnio sea transitorio o bien se convierta en crónico. 
  • Las creencias que tengamos acerca del dormir: El patrón de descanso y las horas de sueño necesarias para cada persona difieren significativamente. Lo que determina su normalidad es que permitan rendir correctamente.
  • La transformación de la fisiología y el estado interno: Las posturas, sensaciones internas o la respiración influyen en nuestros comportamientos y emociones. Así, moldeando el funcionamiento de nuestro cuerpo podemos modificar nuestra conducta.

En terapia podemos ayudarte en el manejo de todo ello con herramientas terapéuticas específicas. Nuestro repertorio es variado y puede adaptarse según cada persona, ya que trabajamos desde el reencuadre, la hipnosis, la Terapia Breve estratégica, la terapia EMDR, la calibración, la inducción o los anclajes de estados internos, entre otras.