Fomo en las redes

En el escenario de una cuarentena nuestra ventana al mundo pende de un solo hilo, internet.

Como trama tenemos este fenómeno conocido como FOMO (fear of missing out): las ansias por no querer perderse nada. 

Los protagonistas? Consumidores y mercaderes con tiempo, el match perfecto.

La opereta emocional en las redes tiene el mismo inicio que final: aburrimiento, ansiedad y consumo.

La fomo en las redes: querer estar en misa y repicando

Esta cuarentena solo acentúa lo que ya lleva tiempo pasando.

Por un lado tenemos TU fomo. De repente te encuentras escuchando un podcast de emprendeduría, mientras en el horno se cocina el pan de espelta, al tiempo que te marcas un paravrita triconasana en el pasillo con ese directo de Instagram. Es el multitasking como consecuencia de querer estar en todo.
La eficiencia y los logros han llegado al ocio para quedarse. Disfrazados de autocuidado, deben estar listos para postearse en las redes y generar admiración.

Por otro lado tenemos SU fomo. La de los profesionales publicando tutoriales absurdos sobre cómo se bebe un vaso de agua y directos a mansalva con colaboraciones para intercambiar flujo de seguidores. Mercaderes cansinos que con directos de instagram trabajan sin cobrar para que les consumas, no se sabe bien si su arte o sus egos, por miedo a perder su posición en el mercado. A que se les pudra la fruta o el pescado. A que se les pase el tren.

Aburrimiento y ansiedad. La combinación perfecta de mercaderes y consumidores para la autoexplotación y el malestar psicológico.

Señorxs, el capitalismo está servido.

FOMO en el espectador: hacer o padecer.

Todo empieza con tu miedo a perderte algo como consumidor. Miedo a la sensación de no haber estado. Esa necesidad de no quedarse atrás, de no perderte nada, de querer experimentar todo lo que deseas. Y también lo que podrías llegar a necesitar. Por si acaso.

Eso sí, todo bien volátil, para que vuelva a emerger tu ansiedad, y con ella, más consumo.

Fomo en cuarentena

Consumo, consumo y consumo. De amazon, ikea o de h&m. De noticias, tweets o posts. De comida de lujo que luego postearás. Todo esto en lugar de afecto o de sensación de valor propio.

Resultado emocional? Sensación de no dar abasto y de caos mental. Días que pasan sin demasiado rumbo, con la impresión de haber hecho algo pero no lo suficiente. Despertarse con la culpa a cuestas de lo que queda por hacer. Un mundo de necesidades reales entrelazadas con las imaginarias que acaba generando frustración y vacío. Y este cóctel en altas dosis puede ser psicológicamente peligroso.

FOMO en los profesionales: adaptarse o morir.

Durante el confinamiento, profesionales de distintos ámbitos se han olido la crisis venidera. Aprovechan su tiempo libre y su aburrimiento para adaptar su negocio a los nuevos tiempos trabajando más que en temporada alta. Eso sí, desde casa y a distancia, que así uno se siente más libre para autoesclavizarse.

Algunos mercaderes dicen que venderse es incluso más importante que hacer. Lo dicen los que ya se han vendido y sacaron tajada, pero también los que no necesitaron venderse porque fue su contexto fértil lo que les subió, aunque ahora se autoatribuyan el éxito. 

Lo que no te dicen, es que si no cobras por tu trabajo no estás trabajando. Estás vendiendo sin saber ni si llegarás a fin de mes. Y vender gratis conlleva un efecto boomerang. El desgaste, la precarización y la devaluación del propio trabajo, con el consiguiente estrés futuro para revalorarse.

La ansiedad por perder visibilidad, dinero y prestigio, gracias a las leyes de la oferta y la demanda, revierte en menos visibilidad, dinero y prestigio. Sobretodo si todo el mundo hace lo mismo que tú.

Qué estamos intentando tapar?

El no hacer y el hacer menos nos conectan con la sensación de falta de propósito vital. Nos dan espacio para sentir e intuir que nuestra vida es igual de mediocre que la de los demás. En el vacío podemos darnos cuenta de que nuestra existencia no se siente tan relevante sin el caramelito del logro inmediato. Ese tiempo vacío incomoda y hay que taparlo con mucha acción para evitar abrir el melón.

Pero por mucho que intentes evitar pensarlo, te será difícil evitar sentirlo. Son esos bajones que parece que aparezcan de la nada, sin motivo aparente, porque hemos estado evitando pensar en ello actívamente, con distractores. El bajón aparecerá igual, cuando te acuestes o te despistes, y no te lo quitarán ni las clases de zumba online ni las recetas sin gluten.

Cómo salir del bucle ansioso del FOMO ?

Hacer las paces con la pérdida.

A veces es bueno aceptar que no vas a patentar nada. Que no serás el nuevo Steve Jobs. Y eso está bien, ya que Steve Jobs nunca quiso imitar a Steve Jobs.

Significa esto que hay que dejar de hacer? No necesariamente. Justamente hay que hacer algo nuevo: hacer las paces con la pérdida. Cuando nos rendimos, cuando aceptamos perder, ganamos espacio para dejar las exigencias externas atrás y conectar con lo que verdaderamente nos llena. Sin prisas, sin objetivos mainstream. Es así como nos damos cuenta de qué nos llena verdaderamente. Y también de que, a veces, nos llena no hacer nada.

Ocio improductivo

El secreto está en la dosis.

Encender el móvil media hora más tarde o apagarlo media hora antes puede marcar una gran diferencia en tu día. Los hábitos y rutinas también sostienen tu cantidad de horas mirando series que en un mes ni recordarás y que te habrán sentado peor que no hacer nada. Descansar, darte tiempo para pensar en las musarañas, es una forma excelente para que tu cerebro se restaure y recupere el equilibrio. 

JOMO: The Joy of Missing out. 

La alegría de perderse cosas es el antónimo de FOMO. Ese alivio de hacer campana de algo no porque no llegues a clase sino porque decides no ir. A veces perderse cosas es un acto de rebeldía hacia los cánones sociales y el bienquedar.

Dónde te saldría a cuenta rebelarte para conseguir tu espacio y sentirte mejor? A qué acciones te gustaría renunciar para liberarte, aliviando tu carga mental?

Quizás nos haya hecho falta una pandemia para darnos cuenta de que una pantalla y lo que destila de ella no llena como un abrazo o como un mero paseo.

Para acabar, te invito a que, si te apetece, dejes el móvil, y pongas una breve pausa de un minuto entre ahora mismo y lo que ibas a hacer. Prueba a pensar cómo podrías utilizar lo leído a medida que te reincorpores a la ‘nueva normalidad’. Cómo sería tu vida sin tanta FOMO?

Comments are closed.