La psicología está en crisis y vender humo está en auge. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Necesito ayuda psicológica. ¿Voy al psicólogo, al coach o al chamán?
En los últimos años la psicoterapia ha tenido que sortear bastantes cambios.
Por un lado, se ha disparado la demanda de ayuda psicológica y se ha reducido el estigma de ir a terapia. Sí, cada vez es más común ir a terapia.
Por otro lado, también es más común hacerse terapeuta. Se ha disparado la oferta de personas que ejercen la psicoterapia sin tener formación académica en salud mental. Han aparecido desde coaches hasta terapeutas de dudosa índole, conferenciantes espúreos y sanadores.
La falta de regulación de la actividad profesional en psicoterapia conlleva ventajas e inconvenientes
La principal ventaja es que al haber más competencia los psicólogos han tenido que actualizar tratamientos, técnicas de intervención y esclarecer sus métodos terapéuticos al cliente. Ahora ya no vale hacer bien tu trabajo. Para sobrevivir como profesional de la salud en el ámbito privado hay que actualizarse y adaptarse a un entorno laboral cada vez más marketiniano.
El principal inconveniente es que el intrusismo laboral conlleva que al cliente le resulta casi imposible diferenciar a un buen profesional de un vendedor de humo. Y si te topas con un charlatán, puedes acabar sufriendo psicoterapia inocua o con secuelas.
En este artículo queremos proporcionarte información para que puedas valorar qué tipo de profesional de la psicoterapia es mejor para ti antes de empezar un tratamiento psicológico.
‘Españoles, el psicólogo ha muerto.’
Que cualquiera pueda ejercer una profesión sin estudios ya no es un impedimento en el mercado neoliberal. De hecho, si el mercado fuera meritocrático, si solamente hubiera espacio para los buenos al margen de sus orígenes y formaciones, todo iría sobre ruedas. Pero en el momento que ya entran en juego intereses económicos y falta la regulación que permita identificar a un buen psicoterapeuta, la meritocracia brilla por su ausencia.
Los postpsicólogos
Hoy en día los profesionales que ejercen terapia para adultos ya no son solo psicólogos. Los psicólogos murieron de hambre en el pleistoceno. Cada vez hay más psicoterapeutas que viven de otros quehaceres como para permitirse dedicarse a la psicoterapia como pasatiempo ‘altruista’. Ahora los psicoterapeutas son ingenieros, nutricionistas, periodistas, publicistas y empresarios que se han formado en su tiempo libre, como parte de su crecimiento personal.
Los psicoterapeutas no reglados campan a sus anchas por el mercado laboral sin tasas de colegiación ni compromisos éticos y legales hacia sus clientes. A su vez, para intentar hacer frente a estos nuevos retos en psicoterapia, los colegios de psicólogos ‘sancionan’ a los profesionales de la psicología exigiéndoles cursar un máster nuevo para poder ejercer como psicólogos, dando ya por sentado que ni la carrera ni masters anteriores te capacitan para la práctica clínica.
Los gappinetes de psicología
Actualmente, los gabinetes de psicólogos con más clientes son apps de terapia online que pertenecen a empresarios o a informáticos. Tienen a psicólogos autónomos en plantilla que están dispuestos a cobrar sueldos irrisorios con tal de trabajar e infraestructuras comerciales y publicitarias enfocadas a captar nuevos clientes. En la práctica clínica han cambiado las normas. Es más fácil trabajar para los empresarios que invierten para acaparar la demanda que para nosotros mismos.
La psicoterapia trendy
Ahora, en el ámbito de la psicología, la corriente de terapia más frecuente ya no pasa por criterios de calidad. Como en otros ámbitos, la moda de tendencia manda. La terapia más popular es la más noticiable por alguna característica tan novedosa como irrelevante a nivel de eficacia terapéutica. Por ello, ahora los psicoterapeutas más exitosos son los que comunican ‘su producto’ novedoso mejor, al margen de la calidad de su servicio.
¿Cómo se detecta la ‘mala’ psicoterapia?
Algunas personas han caminado sobre brasas como tratamiento para la depresión. Otras abrazan árboles para manejar el estrés y acabar con sus ataques de pánico. Otras te cuentan complejas teorías sobre cómo su pasado justifica de forma retorcida cómo de mal les va todo. Otras practican sexo con su terapeuta de tantra para mejorar como amantes con su pareja.
La salud mental no es un juego. Ante el auge del desarrollo personal low cost, de la autoayuda, de los coaches y de los gurús no identificados, nuestros clientes llegan a consulta con problemas que se podrían haber resuelto antes y mejor. Llegan a consulta habiendo pasado por profesionales que presuponemos, con la mejor de las intenciones, les han robado tiempo y dinero.
Algunos indicadores de la poca profesionalidad en psicoterapia son:
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- Cuando el terapeuta promete ayudar a resolver un problema que no tiene solución.
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- Cuando el cliente sale con la misma dificultad con la que entró.
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- Cuando el cliente sale con más dificultades de las que entró.
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- Cuando el cliente empeora y el terapeuta se lava las manos.
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- Cuando el cliente mejora y el terapeuta se atribuye el éxito.
- Cuando reaparece un síntoma y en lugar de afrontarlo como recaída se maquilla como un problema distinto.
La importancia del conocimiento para la ética profesional
Las prácticas no regladas pueden agravar problemas psicológicos o generar problemas nuevos sin que ni terapeuta ni cliente sean conscientes de ello. En los cursos de coaching de un año no hay asignaturas de ética, de detección de patología psicológica o de detección de agravamiento. Así que cuando un psicoterapeuta desconoce la mala praxis y sus riesgos no es porque carezca de código ético, suele ser porque nadie se lo ha enseñado. Mientras ni cliente ni terapeuta sepan qué es la mala praxis, ‘España va bien’. De aquí la importancia de informarse de deberes y riesgos con formaciones mínimamente acreditadas.
¿Qué hay de malo en ir acudir a un pscioterapeuta sin formación en psicología?
Recapitulando, los dos principales peligros de la falta de regulación en psicoterapia surgen o bien cuando las personas que deciden acudir al terapeuta ya no pueden distinguir entre un buen profesional y un cantamañanas, o bien cuando acaban tratándose con un mal profesional y se exponen a cronificar y/o a empeorar su problema con el proceso terapéutico.
Ser coach es contagioso
El intento narcisista de salvar al otro tras tu propia experiencia traumática ha sido un buen caldo de cultivo para que proliferen los terapeutas con escasos conocimientos o formación.
¿Cuántos coaches han nacido de un proceso de coaching propio, tras una crisis vital? ¿Cuántas personas se han dado cuenta de que su misión es, justamente, sanar a gente que ha pasado por lo mismo que pasaron ellos o ellas? ¿Cuántos pacientes o clientes encuentran su vocación precisamente en la terapia? Los suficientes como para desafiar el concepto de casualidad.
La epidemia del terapeuta salvador
Es frecuente que estos ‘sanadores-supervivientes’ proyecten sus propias experiencias previas en ti, escuchándote de forma sesgada. A su vez, te necesitan para sanarse a sí mismos. Sin ti no pueden desarrollar su papel de salvadores, sin ti se quedan sin misión de vida. No pueden desarrollar su papel de superioridad sin tu ayuda.
El hecho de querer ocupar la posición del terapeuta cumpliría también con la descripción de dos mecanismos de defensa, según Freud: la introyección y la proyección. La introyección sería cuando el cliente se identifica con el mismo terapeuta, imitándolo e identificándose en él para reducir su propia ansiedad. La proyección, atribuir las propias emociones y carencias a los que ahora son tus clientes.
En otras palabras, si sospechas que tu ‘terapeuta’ depende de ti para definirse o quererse a sí mismo, desconfía.
Terapia desde el bienestar y terapia para el bienestar
A menudo puede pasar que los clientes salen de la consulta psicológica sintiéndose bien, enchufados, motivados. A veces, el mero efecto de acudir la psicoterapia, ser escuchados, dedicarnos un espacio para sentir y organizar pensamientos sienta bien de por sí. No obstante, esto puede conllevar que nos convirtamos en unos ‘yonquis’ de la psicoterapia, olvidando o postergando la razón que nos llevó a buscar ayuda.
Para que como cliente puedas evitar estas situaciones es importante que tengas en cuenta que:
- Sentir sensaciones intensas en un proceso terapéutico no es sinónimo de resolver.
- Hay una gran diferencia entre sentirse bien por sentirse comprendido y reforzado positivamente por un terapeuta, y el sentirse bien por haber solucionado el problema que inicialmente te lleva a terapia.
1. Sentir emociones diferentes o tener ‘momentos ahá’ no es resolver
Sentir el cambio en direcciones aleatorias no es necesariamente el cambio que has venido a buscar en terapia.
Entre el bombardeo de estímulos e información que recibimos cada día y lo fácil que es conseguir los básicos para sobrevivir con cierta comodidad respecto a tiempos anteriores, muchos vivimos anestesiados. La vida rutinaria puede ser aburrida o estresante, pero eso no necesariamente es trepidante. Nuestra mente sigue estando diseñada para el placer, prefiere recibir impactos emocionales agradables a la ausencia de cambio. Sentir la novedad es placentero cuando te saca de tu vida cómoda y aburrida un ratito. A veces preferimos el drama narcisista en formato revelación al aburrimiento. Y aunque resolver no siempre es cómodo, sentir que se podría resolver puede serlo bastante.
A veces nos quedamos satisfechos con el proceso de búsqueda. Con la búsqueda de fe, de motivación y de inspiración. Ya no buscamos el cambio como destino. Buscamos revelaciones, momentos “ahá”, insights, sacudidas emocionales que nos permitan sentir. Sentir lo que sea, aunque los sentimientos no resuelvan nada. Permitirse sentir es liberador, hay placer en el sentir emociones intensas. Pero no por ello la psicoterapia es más útil.
2. La diferencia entre sentirse bien porque mi terapeuta me acepta incondicionalmente o porque ya he solucionado mi problema.
Hay dos tipos de bienestar en psicoterapia. Uno es que te sientas bien en sesión o tras la sesión. El otro, que consigas lo que esperas del proceso terapéutico. Ambos son relevantes. El primero mide tu satisfacción con la experiencia terapéutica. El segundo, la eficacia de la intervención psicológica.
En sus extremos caricaturescos, las psicoterapias que solo consideran uno u otro factor se podrían caracterizar como psicoterapias ‘hincha-egos’ y como psicoterapias ‘autómatas’ respectivamente:
La psicoterapia ‘hincha-egos’
Es cuando el terapeuta te suele dar la razón. Te motiva a hacer aquello que postergas, te da teorías e interpretaciones del por qué te pasa lo que te pasa y te ayuda a entenderte. Te hace sentir especial, atendido, escuchado. Eres importante. Este tipo de terapia será especialmente apreciada por personas que necesiten más validación que cambio, narcisistas y clientes que están tan perdidos que creen que necesitan consejos más que criterio propio.
Al terapeuta con tendencia a ‘hinchar egos’ lo querrás seguir viendo con frecuencia porque lo necesitarás para sentirte bien, por lo que es probable que desarrolles dependencia emocional mientras tus ahorros pasan de tu bolsillo al suyo.
La psicoterapia ‘autómata’
Por otro lado, también existe la psicoterapia que te ayuda a solucionar lo que tu consideras tu problema al margen de cómo te sientas con el proceso. El psicoterapeuta autómata no te dirá lo que quieres oír, ni tampoco se explorará aquellos aspectos que son relevantes para ti pero no para que te recuperes. Puede llegar a ser una buena forma de terapia para clientes tirando a perfeccionistas, obsesivos compulsivos y para ‘masoquistas’. Sin embargo, por lo general, si el terapeuta no cuida la relación con el cliente, esto puede hasta conllevar el abandono terapéutico. La terapia deja de funcionar porque el cliente no se siente cómodo con el terapeuta.
Puede ser que tú valores más un un tipo de bienestar que el otro. Pero tanto sentirse bien en terapia como fuera de ella es importante para la eficacia del proceso terapéutico.
Cómo escoger a un buen psicólogo
Lo que caracteriza el éxito de la terapia es el terapeuta. Los psicoterapeutas más efectivos tienen un 50% menos de abandonos y sus clientes mejoran 50% más que un tratamiento medio. Pero ¿sabrías reconocerlos?
¿Qué creemos (erróneamente) que caracteriza a un buen psicólogo?
Por lo general, cuando evaluamos a un profesional de la psicología lo hacemos en base a los siguientes factores:
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- Años de experiencia o cantidad de clientes.
- Edad o sexo del terapeuta.
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- Cantidad y nivel de títulos o formaciones regladas.
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- Prestigio o popularidad del psicoterapeuta en el campo.
- Corriente terapéutica o psicológica.
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Ya hay estudios que indican que ninguno de los factores anteriores parece predecir el éxito en psicoterapia.
Por más que nos cueste creerlo, no se ha probado la eficacia en términos generales de una escuela terapéutica por encima de otras. A pesar de que la terapia cognitivo-conductual es la corriente más comúnmente aceptada, no es más eficaz que otras escuelas terapéuticas. Algunos tratamientos parecen ser más eficaces en algunos casos o patologías, pero a rasgos generales, no hay una que sea mejor transversalmente, para cualquier tipo de cliente o paciente.
Las tres características básicas de un buen psicólogo
Contraintuitivamente, algunas características que parecen compartir los buenos psicoterapeutas:
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- Te dan buen rollito, tiene una buena relación terapéutica contigo.
- Se ajustan a tu visión de cómo se va a solucionar tu problema. No imponen su forma de trabajar, generan intervenciones en función de tus fortalezas y expectativas de la terapia.
- Se ajustan a ti cuando le pides cambios o no haces los ‘deberes’. Te preguntan sobre cómo crees que se puede mejorar el proceso terapéutico. Los mejores terapeutas suelen ser flexibles, no aplican fórmulas, se ajustan a ti.
- Invierten más horas que el resto en mejorar como profesional fuera de sesión. No solo importa lo que ves en consulta, sino cuánto tiempo dedica tu psicoterapeuta a entrentar sus habilidades terapéuticas fuera de consulta.
La importancia de la psicoterapia a medida
En definitiva, el tratamiento en psicoterapia es más eficaz si te llevas bien con tu terapeuta, si éste es flexible y si eres tú quien guía al terapeuta escogiendo tu camino de salida.
Tu camino hacia el cambio psicológico será personal e intransferible. Un buen psicoterapeuta difícilmente te dará recetas universales como lo hace un libro de autoayuda. No te motivará presionándote para que vayas al gimnasio si llevas años evitándolo. Un buen psicólogo te ayudará a que encuentres una solución que te caiga cómoda, en función de tus preferencias y capacidades, se adaptará a ti para generar una intervención en base a tus puntos fuertes y preferencias y tendrá en cuenta tus limitaciones o aversiones.
Para ello, será necesario que el psicólogo o psicoterapeuta conozca distintas y variadas herramientas, quizás hasta de distintas corrientes, para proponerte las que se ajusten mejor a tus expectativas y creencias sobre tu fórmula de cambio.
La mayor clave del éxito para que tu paso por el psicólogo valga la pena, al fin y al cabo, se reduce a que el proceso se haga a tu medida.
Si te han quedado dudas o preguntas puedes visitar las distintas secciones de nuestra página o pedirnos más información.
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